miércoles, 20 de marzo de 2013

Ars Ludus


« La vie serait impossible si l'on se souvenait, le tout est de choisir ce qu'on doit oublier.»
Roger Martin du Gard


El niño subía apresuradamente las escaleras del estadio. Súbitamente sus ojos se maravillaron, colmados por el verde césped, que iba asomando a medida que superaba los últimos peldaños. Los cánticos se volvieron más claros, abandonando la reverberación propia de las iglesias, para llenar sus oídos con la claridad irreal de una única e imperecedera voz; constituida por miles de gargantas gritando al unísono. Las luminarias revelaban un vaho espeso, mezcla de fragantes vapores, despedidos por múltiples parrillas al carbón, y por pequeños incendios, en las manos de vehementes fumadores. Esta «niebla» le daba un toque onírico al ambiente, confundiendo los sentidos; intentando aferrarse al recuerdo perenne.
Su abuelo, anestesiado por la costumbre (y por los años), tranquilamente subía los escalones. El nieto bajó y lo abrazó, agradeciéndole el sueño cumplido. Luego se tomaron de la mano y juntos se dirigieron a sus ubicaciones. Allí, protegido bajo la sombra de su ancestro, el niño observó atentamente el acontecimiento deportivo.
Ayer fue niño, ahora es hombre. Y ya no recuerda el resultado, ni el rival, ni la formación del equipo de aquel día. Todo eso pereció en manos del olvido. Solo recuerda el abrazo con su abuelo y los colores del club de sus amores.